Única función en Trelew
Domingo 15 de Noviembre
21:00 hs
Localidades limitadas
Reservas anticipadas al 15 68 2176
Un cruce imaginario entre Freud y Marx.
Se reestrena "LA SECRETA OBSENIDAD DE CADA DÍA" de Marco Antonio de la Parra
Una obra teatral producida e interpretada por el Grupo CLAROSCURO de Neuquén.
NEUQUÉN (AN).- Darío y César Altomaro, padre e hijo, trabajan juntos en "La secreta obscenidad de cada día", la obra en la que ambos le dan vida al encuentro imaginario entre dos personajes emblemáticos de la historia del siglo XX: Sigmund Freud y Carlos Marx. Lo hacen bajo la dirección de Alicia Villaverde, integrante como ellos del grupo de teatro independiente Claroscuro de Neuquén (ciudad).
"La secreta..." es la obra chilena más representada en el mundo. Escrita en épocas de violencia pinochetista por el investigador, dramaturgo y actor Marco Antonio De la Parra, es una metáfora extraña que con mucho humor e ironía pone en escena la denuncia implícita a la tortura, a la persecución y en general a la perversión de los regímenes dictatoriales. "El humor -dijo Darío Altomaro- es la herramienta de la que se vale el autor para hablar de cosas terribles".
Los Altomaro y Villaverde estrenaron la obra en diciembre de 2008 en Chos Malal ("Fue maravilloso, el teatro estaba lleno y la devolución de la gente fue impresionante", recordó el actor), y ahora están muy entusiasmados de presentarla en esta gira por Chubut el próximo sábado, a las 22 hs en el Galpón de La Escalera de Puerto Madryn y el Domingo a las 21:00 hs en Sala Metateatro de Trelew.
Lo que verá el público de Chubut es una entretenida historia que se desarrolla en el Chile de Pinochet, a principios de los ´80.
Un hombre vestido con el clásico piloto del exhibicionista llega a las cercanías de un colegio secundario de señoritas. Minutos después aparece otro hombre, vestido de igual manera y con las mismas intenciones que el anterior. Se espían mutuamente. Cada uno quiere ser el único en ese lugar y entran en una pelea sin sentido hasta que por fin empiezan a entablar otro tipo de diálogo.
Así, inician un juego de identidades que les imposibilita mostrar un perfil social nítido de cada uno de ellos. Lo que despierta en el espectador varias interpretaciones. ¿Quiénes son verdaderamente estos personajes?, es el interrogante que aparece hasta que en un determinado momento se convierten en nada más y nada menos que en Sigmund Freud (Darío Altomaro) y Carlos Marx (César Altomaro).
Ahí, en ese juego de simulación y ambigüedades, aparece un debate exquisito entre la teoría del psicoanálisis versus el materialismo dialéctico, tras la búsqueda apasionada de las causas a los males y la oscuridad de la sociedad actual. ¿Son producto de los problemas sexuales?, según Freud, o ¿son problemas de desarrollo social?, según Marx.
"Es una excusa del autor para hablar de las doctrinas que han inferido en la sociedad. Inventa este encuentro entre los personajes que en la vida real no se juntaron nunca", especificó Darío.
La obra tiene una puesta en escena modesta, sencilla, centrada fundamentalmente en el trabajo de los actores.
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